El liquen plano pilar se identifica como una variedad de alopecia cicatricial primaria cuyo origen aún se investiga, puede afectar a ambos sexos, predominando en mujeres, especialmente entre los 30 y 60 años. Esta afección se caracteriza por afectar principalmente el vértex y la zona interparietal del cuero cabelludo, aunque puede presentarse de forma difusa. En estos casos, se le denomina alopecia fibrosante en patrón androgénico o Fibrosing Alopecia in a Pattern Distribution (FAPD). Es relevante destacar que aproximadamente la mitad de los pacientes con este tipo de alopecia también presentan lesiones cutáneas, mucosas o ungueales asociadas al liquen plano.
La etiología del liquen plano pilar aún se mantiene en estudio, pero se reconoce como una enfermedad autoinmune en la que el propio sistema inmunológico ataca al folículo piloso, llevándolo a su destrucción. Aunque el proceso exacto es incierto, se han identificado posibles factores tanto endógenos como exógenos que podrían iniciar esta respuesta, incluyendo infecciones virales, ciertos medicamentos y la exposición a agentes sensibilizantes. Además, se ha observado que el estrés y la tensión emocional pueden desencadenar o exacerbar esta reacción inmunológica. En última instancia, esta respuesta anómala del organismo daña las células madre del folículo capilar, provocando cicatrización y, por ende, la imposibilidad de regenerar y crecer nuevo cabello.
El liquen plano pilar inicialmente se presenta como pequeñas áreas irregulares de alopecia en la coronilla y región interparietal, las cuales tienden a unirse y expandirse con el tiempo, pudiendo causar una alteración estética considerable si no se tratan. Comúnmente, se acompañan de picor, ardor o sensibilidad en las zonas afectadas, síntomas que pueden preceder a la pérdida de cabello. Estos signos pueden ser graduales o, en algunos casos, el avance de la enfermedad puede ser más rápido.
Otras manifestaciones del liquen plano pilar pueden incluir la aparición de liquen en distintas partes del cuerpo, como en la cavidad oral. Además, existen variantes difusas de la enfermedad, como la alopecia fibrosante en patrón androgénico, que se manifiesta con una alopecia más generalizada y evidencia de inflamación detectable mediante tricoscopia. Es crucial un diagnóstico preciso para implementar un tratamiento antiinflamatorio efectivo y detener la progresión de la enfermedad.
El diagnóstico clínico del liquen plano pilar se establece mediante una cuidadosa revisión de la historia clínica y una exhaustiva exploración física. La tricoscopia digital se utiliza para examinar en detalle la estructura capilar y detectar anomalías que no son visibles a simple vista.
Para confirmar el diagnóstico, a veces es necesario recurrir a una biopsia que permita evaluar el nivel de inflamación y aclarar cualquier incertidumbre diagnóstica. Este procedimiento es rápido y sencillo, se lleva a cabo en la misma consulta bajo anestesia local y suele requerir solo una sutura.
Además, se aconseja realizar pruebas de función tiroidea, dado que el liquen plano pilar frecuentemente se asocia con hipotiroidismo autoinmune. Estos exámenes complementarios son fundamentales para ofrecer un enfoque terapéutico personalizado y efectivo.
El tratamiento del liquen plano pilar, a pesar de no ser curativo, se centra en la intervención precoz para prevenir la progresión de la alopecia cicatricial. La actuación en las etapas tempranas de la patología es crucial para disminuir el desarrollo del tejido cicatricial y posibilitar la recuperación de las áreas de alopecia que aun no han sido completamente afectadas por la destrucción folicular.
Por ello, resulta imperativo establecer un diagnóstico temprano y comenzar el tratamiento cuanto antes. El liquen plano pilar se caracteriza por la formación de cicatrices en las zonas de pérdida de cabello, las cuales, al desarrollarse, impiden la regeneración capilar. La detección y el manejo oportunos son determinantes para preservar la funcionalidad folicular y mantener la estética del cuero cabelludo.
Las microinyecciones de corticoides intralesionales de liberación retardada son fundamentales para prevenir la formación de tejido cicatricial, actuando directamente en las áreas afectadas para reducir la inflamación y evitar el avance de la cicatrización.
Utilizados por su capacidad inmunomoduladora, los antipalúdicos son eficaces en casos con un marcado componente inflamatorio. Se prescriben generalmente por periodos de al menos seis meses para manejar y controlar la inflamación asociada a esta forma de alopecia.
Estos tratamientos se reservan para los casos más severos, donde la inflamación persiste a pesar de las intervenciones iniciales. Los retinoides orales y los inmunosupresores ayudan a controlar la respuesta inmunitaria exacerbada y proteger los folículos capilares.
Cuando los tratamientos estándar no logran efectividad, se pueden considerar otros agentes como antibióticos, antidiabéticos o antimetabolitos. Estos medicamentos se utilizan como línea de defensa secundaria para combatir las manifestaciones resistentes del liquen plano pilar.
Se emplea en su presentación oral y a dosis bajas para mejorar la circulación en las áreas afectadas, lo que puede ayudar a reducir la actividad inflamatoria y favorecer el crecimiento del cabello.
El uso de láser de baja potencia contribuye a la disminución de la inflamación y al estímulo del crecimiento capilar. Es una opción no invasiva que puede ser beneficiosa para pacientes en las primeras fases del liquen plano pilar.
Aunque estos tratamientos no logran revertir la alopecia una vez que el cabello ha desaparecido por completo, pueden ser útiles para estabilizar y ralentizar su progresión. En los casos en que el cabello ha sido irremediablemente perdido, pueden considerarse opciones cosméticas o prótesis de cuero cabelludo como soluciones alternativas.
No obstante, en pacientes con manifestaciones tempranas de la enfermedad, algunas terapias pueden conseguir engrosar el cabello no dañado, logrando mejoras visibles en la densidad capilar. De ahí la importancia de un diagnóstico y tratamiento temprano en el manejo del liquen plano pilar.
Una pregunta frecuente en las consultas de tricología es sobre la viabilidad del trasplante capilar para las zonas afectadas por el liquen plano pilar. Es importante entender que, aunque el trasplante capilar no es la solución ideal para esta condición, puede considerarse en ciertos casos. Los candidatos idóneos para este procedimiento son aquellos pacientes cuya enfermedad se ha estabilizado y que no presentan inflamación activa.
Sin embargo, los folículos trasplantados en pacientes con liquen plano pilar tienden a tener una tasa de supervivencia más baja y existe un riesgo incrementado de pérdida de los microinjertos a lo largo del tiempo. Antes de decidir someterse a esta intervención quirúrgica, es crucial que los pacientes estén plenamente informados de estos riesgos.
La comunicación con el especialista es fundamental para evaluar los casos específicos en los que el trasplante podría ser beneficioso, teniendo en cuenta todos los factores de riesgo y las expectativas realistas sobre los resultados.
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